Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

jueves, 30 de enero de 2014

Artículo "En busca de la mina perdida"

Autor artículo: Miguel A. Gutiérrez en Lne
José Hortensio Velasco Rabanal no usa látigo, no lleva sombrero de ala ancha y no da clases en la Universidad Barnett. A pesar de ello, guarda similitudes con Indiana Jones. Cada fin de semana, este profesor de Primaria se cuelga la cámara de fotos al cuello, coge la mochila y se enfunda el traje de arqueólogo industrial. La pasión de Velasco es el patrimonio minero y los hallazgos atesorados a lo largo de los últimos quince años se guardan en imágenes. En esos tres lustros, este docente ha realizado miles de fotografías hasta configurar un archivo personal de bocaminas, vagonetas, galerías y castilletes que actualmente alcanza las 8.000 imágenes.

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Velasco, nacido en Sama, se trasladó de joven a El Entrego. Durante unos meses trabajó como minero en el plano de Modesta y toda su familia está vinculada al carbón. Su profesión de maestro le llevó fuera de Asturias. De hecho, actualmente reside en Cantabria aunque regresa cada fin de semana para buscar nuevos tesoros. "Empecé saliendo yo sólo, hace quince años. Ya se veía venir el declive de la minería y de alguna forma quería que se preservara ese legado, aunque fuera en fotos".

Otros apasionados del patrimonio industrial se han ido sumando a Velasco a lo largo de los años. "Actualmente en la cuadrilla también están Mario, Emilio y José Luis. Todos tenemos, de alguna u otra manera, vinculación con la mina". El amor por las primitivas explotaciones carboneras no basta para ser un buen explorador. También es necesario estar en forma: "A veces te metes cinco horas de caminata, caleyando por cuestas que parecen el fin del mundo. Hay minas que son fáciles de localizar, pero hay sitios que están apartados y a los que hace tiempo que no ha ido nadie". Al contrario de lo que ocurre con Indiana Jones, no hace falta machete para abrirse paso entre la maleza. El cayáu es suficiente.

La labor de documentación también es ardua. Antes de planificar una expedición, Velasco busca información en libros, antiguos planos e Internet, si bien la fuente más fidedigna es "lo que te cuenta la gente mayor que vive en la zona o que trabajó en las minas". En todos los años que lleva buscando huellas del patrimonio minero, este maestro se ha encontrado con "cosas increíbles, especialmente minas de montaña": "Turón es un microcosmos minero. En la parte leonesa del puerto de Tarna hay una antigua explotación de mercurio con paredes tan pulidas que parecen un paisaje marciano y en Aller hay una mina de montaña con 38 niveles".

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Peligros
El exceso de celo de algunos vigilantes de seguridad no es el único peligro que han tenido que sortear Velasco y sus compañeros. En ocasiones se han adentrado en bocaminas con rudimentarias entibaciones que amenazaban con venirse abajo. El sentido común siempre marcó el límite. "En una mina en el puerto de Ventana anduvimos unos 150 metros por una galería y tuvimos que darnos la vuelta porque empezamos a sudar en frío y respirar mal por los gases. Todos tenemos experiencia y sabemos hasta dónde se puede llegar".

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