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jueves, 25 de octubre de 2012

El Molín de El Navaliego, una historia envuelta en romanticismo. Laviana (Asturias)


Artículo de Carlos Cuesta

La historia del molín del Navaliegu en los altos de Tolivia en Laviana data de casi doscientos años, según cuentan los nativos de este entorno montañés y bucólico. Tras un tiempo sin trabajar la piedra por el abandono, dos entusiastas del lugar decidieron con mucho esfuerzo, entusiasmo y buena dosis de romanticismo recuperar ese complejo hidráulico para conocimiento de las nuevas generaciones.

Olegario González Fernández, todo un maestro en los trabajos etnográficos y escayolista de profesión llevaba tiempo pensando en lograr que el viejo molino de su aldea, El Navaliegu, volviera a dar vida a la molienda y constituyera un símbolo de una época casi olvidada. Con el apoyo inestimable de Manuel Amalio González Buelga- Tordu -y gentes del pueblo como Manuel Álvarez Suárez-Porrín- entre otros, se pusieron manos a la obra y en cinco meses de trabajos intensos han conseguido renovar un entorno y revitalizar el viejo molino como una obra estupenda y cargada de sensaciones y verdad emocional. En ese lugar donde habita ese notable complejo de agua y piedra, todo es distinto y lo que era un área perdida en el tiempo la han convertido en una recreación para los sentidos con una estética natural rodeada de árboles decorativos, caminos, balaustradas, arte etnográfico y muchas ideas para convertir el Molín del Navaliegu en una visita obligada para los amantes de las tradiciones y las obras bien hechas. Con una ajustada balsa con agua procedente del arroyo Navaliegu, la fuerza acuática domada empuja con fuerza los viejos artilugios hidráulicos y la rueda de la molienda comienza su danza en movimientos acompasados y ruidosos. Para Olegario el ver rodar esa vetusta piedra ha significado una sensación indescriptible y una compensación al trabajo y al esfuerzo de estos últimos meses. Toda la obra fue costeada por Olegario y la aportación de las gentes del pueblo en plan sextaferia, realidad a la que los vecinos de El Navaliegu están muy acostumbrados, aunque a decir verdad en la actualidad este caserío agarrado a Peña Mea y a los altos de la Colladona está quedando sin alma humana pues muchos de sus habitantes bajaron a vivir a la Pola y ahora mismo sólo quedan siete personas disfrutando del pueblo, entre ellos una maestra que acaba de llegar de Palma de Mallorca y que tiene el puesto de trabajo en el Colegio Público Elena Sánchez Tamargo de Pola de Laviana. El ambiente suele llegar durante los fines de semana que es cuando estos entornos se animan por la presencia de muchas familias. En otro tiempo llegaron habitar en este solar más de ochenta habitantes, muchos de ellos aguerridos mineros que dejaron impronta en los pozos del Nalón y de toda Asturias.

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Hoy, El Navaliegu ve pasar la vida con la esperanza de alcanzar nuevamente el esplendor de antaño y para ello Olegario y Manuel Amalio confían en que el viejo molino fluvial recuperado sirva de aliciente para que muchos amantes de la etnografía y la naturaleza se dejen caer por estos bellos contornos para conocer a fondo lo que representa el ambiente rural en todo su ámbito. Además algunas casas olvidadas han renovado su aspecto gracias al empuje de Olegario que se ha propuesto adquirir la mayor parte de esas construcciones para formar un núcleo de turismo rural y que los forasteros que se acerquen por aquí puedan vivir de cerca la vida campesina. Algunos ya lo comprobaron, pues este verano dos familias madrileñas convivieron durante unos días con los naturales de El Navaliegu y comprendieron un poco mejor lo que es tener por norte la montaña, el silencio de fondo y por base el barro de les caleyes y el mugir de la vacas. El Navaliegu quiere renovar su estructura rural y con la puesta en marcha del viejo molino fluvial el próximo día 12 de octubre, la vida comenzará nuevamente a latir, con la maquila y el maíz de trasfondo, en este caserío sosegado y tranquilo. Y todo por el entusiasmo popular de unos esforzados románticos.
Lne

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