Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

miércoles, 18 de julio de 2012

“Queríamos que la vieja térmica de la MSP hablara de su pasado”. Jorge Suárez- arquitecto



Jorge Suárez es arquitecto y director del Departamento de Ingeniería de Impulso Industrial Alternativo, una firma de referencia en el desarrollo de las cuencas mineras desde la iniciativa privada. En esta entrevista repasa lo que ha sido para él y su compañero Toni Vilanova lograr el Europa Nostra por la emblemática transformación de la vieja térmica de la MSP en Museo Nacional de la Energía.

   ¿Qué les atrajo más para presentarse al concurso?
—Creo que la reutilización de edificios es probablemente la mejor expresión real de arquitectura ‘sostenible’. Destruir para luego volver a construir no tiene mucho sentido para una actividad que, por sí sola, consume más del 30% del total de los recursos disponibles. Por otro lado, ha de valorarse que el hecho de que se preserven elementos de nuestra historia contribuye a la diversidad de los territorios y los lugares, evitando esa uniformidad globalizadora que nos ha invadido en muchos ámbitos, desde la forma de vestir hasta la alimentación, pasando por los hábitos de consumo. Es esa singularidad de la historia de cada lugar, que se manifiesta físicamente en el paisaje construido, la que enriquece nuestras vidas.

   ¿Cómo surgió la idea de la rehabilitación respetando en buena medida la ruina?
—Se trataba de poner en valor la central trayendo al futuro una realidad de otro tiempo pasado. El principal activo de la intervención lo constituían las ruinas en sí mismas y el equipo del proyecto comprendió que el protagonista de la intervención debía ser el propio edificio, sus máquinas y no sus autores. Muchas veces los arquitectos deben evitar su ‘huella’ en favor de una intervención anónima que se potencie precisamente por el valor intrínseco del edificio… Era necesario que fuese el edificio quien hablase y que los arquitectos fuesen mudos…

   ¿Qué fue lo que más complejo resultó de la obra desde el punto de vista estético?
—Es muy difícil hallar un punto intermedio en los niveles de acabado. Un punto en el que no se pueda distinguir si algo es nuevo o es viejo. Es precisamente ese ambiente gastado, esa pátina la que resulta complicada de conseguir... Es muy fácil conservar y relativamente sencillo restaurar para dejar un objeto como nuevo. Pero no es tan fácil tocar algo para restaurarlo a medias, por así decirlo.

   ¿El resultado se corresponde con lo que diseñaron o incluso superó sus expectativas?
—El resultado de la construcción se ajusta en su totalidad a los diseños previstos. El proyecto, desarrollado por un equipo de más de 25 profesionales experimentados en Impulso, alcanzó un buen nivel de definición y detalle que permitió, con posterioridad, desarrollar las obras de acuerdo con las intenciones de sus autores, aunque con la complejidad habitual para cualquier rehabilitación.

   ¿De qué aspecto se sienten más orgullosos?
—Al final, la vieja central es capaz de hablar de su pasado. Era nuestra principal preocupación. Los visitantes, durante la visita, se convierten durante un rato en carbón, haciendo el mismo recorrido que el mineral hacía para transformarse primero en vapor de agua y finalmente en energía. Quizás la pieza con más mérito sea la del Muelle de Carbones. Su estado original era totalmente ruinoso y sólo a partir de la profunda investigación realizada por el equipo de proyecto fue posible comprender el funcionamiento original de aquella máquina-edificio.

   ¿Le sorprendió que el proyecto consiguiese el premio Europa Nostra, considerado el Nóbel de la restauración?
—Un galardón tan prestigioso siempre sorprende. Nuestro esfuerzo y dedicación a este proyecto ha sido tremendo, aunque no menor que a muchos otros. El esfuerzo, orientado hacia la excelencia, forma parte de nuestra cultura de empresa. Sólo haciendo las cosas de la mejor forma posible se queda uno tranquilo consigo mismo.

   ¿Por qué razón esencial cree que se ha hecho acreedor el Museo a este galardón?
—Se trata de un elemento ciertamente importante en la historia de nuestro país e incluso en la de Europa. Los servicios prestados por esta pequeña gran joya a nuestra sociedad han sido puestos en valor por la intervención realizada, que ha respetado rigurosamente la esencia de esta instalación. La vieja central quemaba carbón para producir energía, la nueva sigue produciendo energía aunque sin quemar nada. La intervención contribuirá a la recuperación de la memoria histórica de la comarca y también a la ordenación urbana de una zona un tanto desconexa de la trama urbana.

   ¿Qué evolución espera o le gustaría que tuviera su obra desde un prisma mucho más socioeconómico y cultural?
—Las intervenciones de carácter cultural debieran ser conscientes de las limitaciones económicas que nos restringen en momentos como el actual. Sólo así se evitarían los recortes en cultura, que son los primeros en llegar por la facilidad que tienen los poderes para justificar su falta de rentabilidad económica inmediata. Creo que la cultura es esencialmente rentable o muy rentable, aunque desgraciadamente esa rentabilidad no se ve en el corto plazo. Sin embargo es posible, y en ello estamos trabajando, en la creación de industrias culturales rentables en el corto plazo.

   ¿Con la crisis y los recortes cree que es posible seguir adelante con los proyectos que están pendientes en el Museo de la Energía y que requieren grandes inversiones?
—Creo que la adaptación a los nuevos tiempos pasa por que determinados tipos de intervenciones, como las culturales, evolucionen hacia modelos que además de generar cultura y conocimiento, tengan una capacidad clara de generar rentabilidad económica a corto. Convertir los equipamientos culturales en industrias de la cultura, evolucionándolos de ‘lastres’ para la Administración a motores económicos. Es posible aunque requiere de una cierta flexibilidad en una normativa que encorseta en exceso a la arquitectura.

   ¿En qué proyectos trabaja ahora y que le gustaría hacer tras este premio?
—Estamos inmersos en varios proyectos en África. El reto pasa por encontrar nuevos mercados o desarrollar nuevos productos. Los arquitectos debieran ser conscientes de que tienen capacidades profesionales mucho más allá del tradicional proyecto de edificación o urbanismo. Además hemos sido preseleccionados en un concurso internacional para rehabilitar la sede de Naciones Unidas en Ginebra, una intervención de gran escala y valor simbólico que nos encantaría desarrollar.

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