Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

lunes, 19 de diciembre de 2011

"Giol. Más de 100 años de vitivinicultura mendocina"

Autora: Liliana Girini
Ponencia presentada en X Seminario Iberoamericano de Vitivinicultura y Ciencias Sociales. De la tierra del carmenere a la tierra del malbec; Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Universidad de Mendoza
Publicación CD, ISBN 978-950-774-138-8

Noticia sobre la comunicación.
Un siglo de nuestra historia a través de Giol
Casi un siglo de hechos económicos, sociales, políticos y culturales en torno a la emblemática bodega Giol, es el contenido de una prolija y documentada investigación realizada por la directora de Patrimonio de la provincia, arquitecta Liliana Girini.
 El dossier, denominado "Giol. Más de 100 años de vitivinicultura mendocina", se remonta a tiempos de la fundación de Mendoza, cuando los españoles traen las primeras estacas de vid. La indagación de Girini fue efectuada en el marco de sus actividades en el Instituto de Cultura Arquitectónica y Urbana, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza.
Frente antigua bodega Giol, imagen de la noticia

Fecha clave
La etapa de modernización de la vitivinicultura provincial tiene una fecha clave, 1885, con la irrupción del ferrocarril, y el cambio de signo de la economía, hasta entonces de perfil ganadero-cerealero.
"Se produce, sostiene Girini, la tracción de los inmigrantes y de capitales extranjeros que invierten en infraestructura". Eran tiempos de la Generación de los '80, y las provincias comienzan a acomodarse a la nueva realidad. En Mendoza empieza a abrirse paso la vitivinicultura. En ese período se amplía la red de riego, se construyen diques, nace la Ley de Aguas y se crea Irrigación.
 En este marco de modernización es que llegan a Mendoza, a fines del siglo XIX, Juan Giol (italiano), con 20 años, y Bautista Gargantini (suizo), dos años mayor.
Los dos pioneros no se conocían, pero al casarse con hermanas, se relacionan familiarmente. En 1897, se asocian. Lo primero que hacen es comprar en Maipú una finca que tenía un casco industrial, de 33 hectáreas, con edificios y viviendas. Es la parte que sigue en pie, hoy en manos de la cooperativa Lumai, y donde se encuentran los emblemáticos chalets, sobre el carril Ozamis.
Vista de la bodega, imagen de la noticia

En esas circunstancias es contratado el ingeniero Antonio Gnello para realizar una bodega moderna. Se trata del núcleo original del gran establecimiento, consistente en 4 naves dedicadas a la fermentación y conservación, con los lagares ubicados hacia el oeste, zona de administración, sala de máquinas y corrales. En esa época era necesario disponer de una importante tropa de animales para transportar la uva a la bodega, y el producto terminado a la estación de General Gutiérrez ?a 1.700 m?, desde donde salía el vino a la distribución. La expansión sigue.
Efecto urbanizador
En 1910, la bodega de Juan Giol, conocida como La Colina de Oro, tenía 300 cosechadores, 200 trabajadores en bodega (80 toneleros y 100 carreros).
Girini cuenta que en ese momento de esplendor se decide la construcción de las casas patronales, en estilo liberty. Una de ellas, la de Gargantini, es hoy el Museo Nacional del Vino y la Vendimia. En el diseño de ambas se aplicó el arquitecto italiano Emanuele Mignani, y en su ejecución, Ricardo Ciancio. Tenían luz eléctrica (cuando la villa no poseía ese beneficio), agua potable y calefacción.
La bodega construida por Giol y Gargantini (éste luego se retira de la sociedad y vuelve a Europa), tiene un efecto urbanizador, por cuanto empiezan a lotearse las fincas cercanas, se levantan viviendas y negocios complementarios. Incluso aparecen despachos de bebida, verdaderos centros de sociabilidad, como "La Nacional" (Barcala y Ozamis), "La Recoleta" (Ozamis y Tropero Sosa) y "Los tres picos", los bares de los tiempos modernos.
 La bodega Giol, al igual que otras de antaño, fue concebida en los términos de una fábrica, "con racionalidad y eficiencia, y una zonificación que diera continuidad al proceso de elaboración, sin pérdida de tiempo, tecnología de punta", explica la autora.
De estilo neorrenacentista, muchos materiales empleados en su construcción eran importados, como las cabriadas francesas Polonceau, y los perfiles y columnas de acero. Las vasijas eran de roble de Nancy, provenientes de la fábrica gala Fruhinsholz.
Tiempos modernos
En 1954, el emporio soportaba dificultades financieras graves y fue entonces que el Estado provincial compró el 51 por ciento del paquete accionario.
Los últimos tramos de la obra corresponden a los momentos en que la empresa, en los '70, se convierte en la de mayor vasija vinaria del mundo (4 millones de hectolitros). A partir de allí, Giol desempeñó el papel de regulador de la vitivinicultura ?cuando sobraba vino, lo compraba para que no cayeran los precios?.
Finalmente, a fines de los '80 (gobernador José O. Bordón) se decide la privatización. El Progreso pasa a manos de Fecovita, mientras que la bodega de Maipú es tomada por la cooperativa Lumai; como consecuencia, desaparece la denominación Giol. La autora concluye que "el proceso de privatización, si bien fue exitoso desde el punto de vista económico, supuso una desarticulación del establecimiento. En la actualidad, el otrora gigante de la industria madre, en manos de Lumai, está físicamente debilitado por el abandono y la falta de mantenimiento".
http://www.losandes.com.ar

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